No hay alma sensible que no quede sumida de por vida en las meditaciones, paisajes, colores, formas, personajes e historias a los que nos lleva Violeta, donde de manera prodigiosa siempre resultamos ser los protagonistas. Eso era lo de la Viola: devolvernos nuestra imagen como pueblo, pero con una dignidad reestablecida, luminosa, defendida a brazo partido por el propio valor que ella nos reclama y que al fin nos otorga como un regalo invaluable.
La importancia y el éxito del estudio musicológico y de la escritura formal de la obra de Violeta Parra, radica en demostrar que la artista no dejaba nada al azar. Que su trabajo, como sucede en la obra de todo genio, está regido por el más alto nivel de conciencia estética.