El personaje de este libro, acostumbrado a París, acepta el desafío de viajar en tren a Alemania. El turismo lo enfrentará no sólo a la multiplicidad de paisajes y el quiebre que significa
atravesar una aduana, sino que deberá integrar o rechazar una nueva cultura de hombres toscos pero sensibles que lo recibirán en la ciudad de Bad Nauheim.
El manuscrito de esta novela, hasta ahora inédita, fue encontrado entre los diarios de viaje de Juan Emar. Fechada en 1923, junto a Cavilaciones y a Amor, ambos textos publicados por primera vez por La Pollera Ediciones en 2014, conforman una posibilidad de dar otra lectura a un autor consagrado en una etapa más joven de su vida.
“Debiera comprenderse que un viaje, es decir el contacto con otras civilizaciones, es sólo una herramienta que trabaja sobre un material que ante ella se pone; de ningún modo una clave para crear de la nada ese material. Y lo que a diario vemos son centenares de seres sin materiales, que la herramienta (aquí me la imagino punzante y múltiple) perfora, atraviesa, agujerea sin hallar la resistencia necesaria para hacerle hacer un buen trabajo. Agujerea. Esa es la palabra. El turista de regreso es un hombre agujereado y por cada agujero sopla una corriente de aire del país lejano. Es todo”.