DESCRIPCIÓN
Si bien existen cientos de libros que documentan aquellos años en los que el punk desafió al status quo de la música con su nihilismo de tres acordes y la ética do it yourself, Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo es el primero en recuperar a aquellas bandas que supieron ver en las condiciones generadas por el punk la oportunidad para establecer una verdadera ruptura con la tradición y experimentar por fuera de los estrechos parámetros del rock. Entregados a la tarea de profundizar la revolución iniciada por el punk, grupos como PiL, Joy Division, The Fall, The Slits, Devo, The Residents, Throbbing Gristle o Liquid Liquid exploraron territorios previamente desconocidos al incorporar las técnicas de producción del dub y la música disco, las radicales estrategias compositivas del krautrock, la música contemporánea y el free jazz, y el groove y la economía sonora del funk. Pero no solo de música se alimentó el postpunk: Cabaret Voltaire tomó prestado su nombre de Dada; Pere Ubu adoptó el suyo de Alfred Jarry; Gang of Four, inspirado por Brecht y Godard, trató de deconstruir el rock; los letristas absorbieron la ciencia ficción radical de J.G. Ballard, Philip K. Dick y William S. Burroughs; y bandas como The Pop Group o Contortions se inspiraron en el teatro de la crueldad de Artaud para romper las barreras entre el público y el escenario. Al purismo estridente del punk, el postpunk le opuso eclecticismo e hibridez. Y a su tradicionalismo rockero, un imperativo de cambio constante.
Escrito seis años antes que Retromanía, en este libro el crítico británico Simon Reynolds le rinde homenaje a una de las últimas vanguardias que dio el rock, “más que un género musical, un espacio de posibilidades que engendró incontables géneros y escenas”. Si bien aquellos años del postpunk que van de 1978 a 1984 vieron nacer a muchos grupos que luego gozaron de una enorme fama –como New Order, Depeche Mode, The Cure o U2– su historia no fue escrita por los vencedores: muchos de ellos grabaron discos innovadores pero nunca alcanzaron más que el estatus de grupos de culto, teniendo que conformarse con haber influenciado a megabandas como Red Hot Chilli Peppers, Nine Inch Nails o Radiohead o alimentar la retromanía actual de bandas neopostpunk como The Rapture, LCD Soundsystem, Franz Ferdinard o Interpol.
CONTENIDO:
Nota del autor
Introducción
Prólogo: La revolución inconclusa
Parte 1. Postpunk
1. Mi imagen pública me pertenece: John Lydon y PiL
2. Autonomía en el Reino Unido: «Do It Yourself» y el movimiento de los sellos independientes británicos
3. Resurgimiento tribal: The Pop Group y The Slits
4. Entretenimiento militante: Gang of Four, The Mekons y la escena de Leeds
5. Ansia incontrolable: El grotesco industrial de Pere Ubu y Devo
6. Vivir el futuro: Cabaret Voltaire, The Human League y la escena de Sheffield
7. Sólo hazte a un lado: The Fall, Joy Division y la escena de Manchester
8. Degradación industrial: La música de la Fábrica de la Muerte de Throbbing Gristle
9. Contorsiónate: Nueva York y la No Wave
10. Arte manía: Talking Heads, Wire y Mission of Burma
11. Estética del desorden: La vanguardia londinense
12. La escena freak: El Cabaret Noir y el Teatro de la Crueldad en el postpunk de San Francisco
13. A toda velocidad: PiL y el auge y la caída del postpunk
Parte 2: New Pop y New Rock
14. Ghost Dance: 2-Tone y la resurrección del ska
15. Sex Gang Children: Malcolm McLaren, el flautista de Hamelin del Pantomime Pop
16. Mutant Disco y Punk Funk: Tráfico urbano en Nueva York a principios de los ochenta (y más allá)
17. Diversión y frenesí: Postcard Records y el sonido de la joven Escocia
18. Sueños eléctricos: Synthpop
19. Jugar para ganar: Los pioneros del New Pop
20. Nuevos sueños dorados 81-82-83-84: El nuevo auge del pop, la segunda invasión británica en los Estados Unidos y el surgimiento de MTV
21. Cosas oscuras y juventud gloriosa: El regreso del rock con el gótico y la nueva psicodelia
22. Tomar por asalto el siglo XX: ZZT, The Art of Noise y Frankie Goes to Hollywood
Epílogo
Agradecimientos