Ni en la vida en ni en la crítica existe un criterio de justicia, de verdad, de lógica siquiera. Y eso deberían saberlo críticos y escritores, para no esperar nada, pero ya definitivamente nada, de palabras como fama, posteridad, éxito, carrera literaria. Cito a Bolaño: ‘Dentro de cuatro millones de año o de diez millones de años va a desaparecer el escritor más miserable del momento en Santiago de Chile, pero también va a desaparecer Shakespeare, va a desaparecer Cervantes. Todos estamos condenados al olvido, a la desaparición no sólo física, sino a la desaparición total,: no hay inmortalidad. Y esta es una paradoja que los escritores conocen de muy cercan y sufren de muy cerca, porque hay escritores que se lo juegan todo, todo, por el reconocimiento, por la inmortalidad, palabras rimbombantes donde las haya y palabras inexistentes: no existe el reconocimiento, no existe la inmortalidad. Es decir, en el gran futuro, en la eternidad, Shakespeare y Menganito son lo mismo, son nada.’
Panoptismo, selencio y omisión en la crítica literaria bajo dictadura
Sin existencias