“Desde luego Manu es una estrella de rock, de acuerdo, pero en general nada en su manera de obrar es propio de un rockstar. Jamás se ha visto a Manu en recepciones oficiales, ni en fastuosas entregas de premios, ni tampoco en faraónicos montajes de misericordia con el tercer mundo. Manu no se reuniría con George Bush para discutir el hambre en África (al mesiánico estilo de un Bono de U2), antes bien acusa al nefasto presidente norteamericano de ser “el mayor terrorista del mundo”. A Manu se le puede ver en las calles de esos lugares que a otros se les llena la boca mentándolos, pero que jamás pisarían, salvo para hacerse una foto promocional bajo persuasivas medidas de seguridad”.
Tras la bella muerte de la Mano Negra, Manu Chao se perdió en el siglo llorando lágrimas de oro. Un iniciático viaje por tascas y hamacas, por días luna y días pena, por la carretera que cruza México, Francia, Senegal, Italia, Colombia, Brasil, España, Argentina y Mali.
Durante ese periodo nómada, con su estudio portátil, no paró de grabar los sonidos de la calle y el germen de unas canciones mestizas que darían contenido a su debut en solitario, Clandestino, un éxito global que ha influenciado a varias generaciones. Desde entonces Manu Chao ha seguido publicando discos, apoyando causas, realizando giras por el mundo sin periodicidad concreta… y desapareciendo.
Manu Chao Ilegal retrata todo ese viaje hasta la actualidad en plena cuarentena bajo el enfoque periodístico y literario de los españoles Kike Turrón y Kike Babas, quienes conocen a Manu desde mediados de los noventa y con quien han compartido muchas aventuras.