Tercera edición
Presentación de Cuentos de Victoria Aldunate, por la Dra. Marta R. Zabaleta*
Ellas habían querido abolir el matrimonio y la familia y no habían obtenido más que el aborto como único método de anticoncepción. Habían querido hablar de la mujer libre y no habían cosechado más halagos que los que les hacían a su abnegación materna. Habían marchado juntas con los hombres y habían sido enviadas al hogar luego de la Toma del Palacio de Invierno porque el poder ya estaba en las manos del pueblo. Un pueblo masculino al que ellas pertenecían sólo como apéndice. Un apéndice, es todo lo que hicieron de nosotras, repetía en sus últimos días la abuela y sólo Masha comprendía.
Las demás mujeres, las nuevas generaciones como su madre, sólo habían conocido una supuesta Liberación en la que sin perder el rol de criadoras y aseadoras debían además proveer el hogar, nos dice la autora en ‘La bienquerida’, uno de los cuentos de esta colección.
Como sabemos, han pasado más de 100 años desde que las mujeres socialistas vienen demandando mayores derechos en Rusia. De esa voz se hizo eco Simone de Beauvoir, que allá por 1949, cuando escribió su clásico ’EL segundo Sexo’, hizo una dura crítica a la manera en que el estado soviético había institucionalizado la vieja y tradicional discusión marxista acerca de ‘la cuestión femenina’.
E incluso sabemos también que en el mismo Chile, de donde la autora de los cuentos proviene, país que fuera por varias décadas un bastión y celoso custodio de las mejores- y peores – tradiciones culturales del comunismo soviético, hubieron voces aisladas que siempre se levantaron para reclamar la autoría de las ideas feministas de las heroínas de la revolución de octubre.
Lo refrescante aquí es, sin embargo, no sólo que aparezcan en la voz de una autora de esta nueva generación posdictadura, sino que expone el fruto de la observación y/o nuevas prácticas discursivas de un nuevo feminismo chileno que se quiere autónomo y que se auto reivindica como radical, el que aparece como un hongo mágico en una sociedad que aun no se remece de sus consensos paralizantes tanto en términos de alianzas de clase, como de raza y etnias dominantes, sino también caracterizado por el respeto casi religioso de la dominación social y cultural masculina. Y que ese frescor se exprese aquí casi con inocencia.
Chile nunca tuvo una revolución, pero nunca tampoco chilenas y chilenos, mayoritariamente, han dejado de soñarla e incluso de intentarla, durante el Siglo XX. Su forma más elaborada condujo paulatinamente a un gobierno de centro- derecha de la DC a uno de centro – izquierda en 1973, el de la Unidad Popular. El programa que condujo a la toma del estado por las urnas, ideológicamente de inspiración socialista- socialista cristiana-, comunista, aglutinadas y apoyado por una coalición de siete partidos de izquierda, incluido el PC chileno, a cuya militancia y sus distintos niveles de desarrollo de la conciencia social se hace reiterada mención en estos cuentos. Este sustrato ideológico que campea en todos estos cuentos, pone muy bien de manifiesto que dicha izquierda ni aun en sus horas de avance, soslayó una posibilidad de reconstruir una sociedad socialista, adonde se tendiera por supuesto también a desenterrar el machismo impregnado en todas sus instituciones y en la cultura nacional.
O sea, que como bien lo explicaron dos brillantes economistas americanos, Ander Gunder Frank primero y luego Paul Sweezy cuando visitó Chile en 1971 invitado por el nuevo presidente que pertenecía al PS, Salvador Allende, para estar presente en la ceremonia de tomar su cargo, contenía unas 40 medidas progresistas, pero que no constituían un programa socialista. La total ausencia de promesas genéricas feministas no llamó mucho la atención de casi nadie, para la continuación de la frustración de las feministas de distintos matices de dentro y de fuera de Chile que apoyaron la experiencia unido popularista.
Chile, al fin de cuentas, es una sociedad donde la izquierda ya en la década de los años 40, arguyó que a las mujeres no se les debía dar el voto por ser ‘más conservadoras que los hombres’. Poco se ha avanzado en ese razonamiento desde entonces. Como todo país subdesarrollado que se moderniza, Chile tuvo su primera presidenta mujer en el Siglo XXI. Femenina, sí; socialista de partido también, pero, ¿feminista? Pregunta de respuestas obvias en las que por respeto a la capacidad intelectual de quien esto lea, no voy a entrar aquí.
En ese marco: ¿qué nos entrega de nuevo este trabajo literario de Victoria? Diría que su originalidad principal consiste en tratar de hacer madurar y crecer un discurso generado en muchas chilenas por la experiencia del exilio. Su pluma sintetiza, entonces, varias experiencias nuevas: la del exilio chileno, la del final del capitalismo de estado en las repúblicas de la ex Unión Soviética, la concientización durante los 80 de las latinoamericanas acerca de la criminalidad de la violencia doméstica, el ascenso de la plaga del SIDA, y así siguiendo.
Como tal, esta valiosa colección de cuentos cortos, fusiona elementos de tradiciones y experiencias vivenciales distintas. Y describe de manera amena y sencilla, situaciones existenciales de mujeres y hombres atrapados en la trama de la aventura de vivir. Una perspectiva respetuosa de las diversidades humanas, que definitivamente inscribe a esta colección en la vibración de un nuevo estilo de pensar que se abre cada día más en Chile: la que pone el énfasis en la mirada del lesbianismo como opción libertaria que beneficiará a la larga a las generaciones de mujeres y hombres por venir.
Literariamente, estos cuentos se inscriben con solvencia en la nueva tradición feminista posdictatorial, tenemos aquí en Londres, por ejemplo, todo el valioso trabajo de chilenas viviendo ‘lejos de casa’, como la autora hoy, que se auto organizan y escriben y publican sus trabajos literarios escritos en cuanto mujeres. Entre estas autoras se revela una maravillosa habilidad literaria de escritoras de la talla de Consuelo Rivera, una autoridad mundial en varias esferas de trabajo, pero especialmente en los estudios de las biografías de mujeres lesbianas.
O como la excelente Maria Rosa Bravo, y la no menos impactante Selma Ortiz, entre otras que escriben también a partir del reconocimiento de su condición femenina, aunque de opción helero sexualmente hablando.
Así, este ida y vuelta del subdesarrollo chileno ha conducido, claramente, a que nuevas voces se hayan empoderado fuera de Chile, y hayan regresado en forma de poemas, cuentos, novelas, y otras formas artísticas, entre otras, a remover desde sus cimientos la mentalidad colectiva autocensurada por el miedo de una sociedad que aun parece estar sumergida entre la alienación consumista y la mentira acerca de su trágico pasado reciente.
No puedo dejar de señalar el placer que me dio encontrar también en estas páginas, según me pareció intuir, el aporte feminista desde adentro, de las que no se fueron del feminismo, de personalidades que se jugaron antes, durante y después del golpe por una mejor forma de vivir, escribir y hacer. Me refiero a la exquisita escritora amiga, Pía Barros, quien, entregó su aporte infatigable a través incluso de la pantalla televisiva, y a quien ningún insulto, ninguna pena, ninguna lechada de cal consiguió tapar nunca.
Victoria Aldúnate, se coloca con esta nueva contribución en la marcha de la literatura chilena de mujeres que ya se van convirtiendo en nuestras ‘indispensables’, en el contexto latinoamericano y caribeño.
Marta R. Zabaleta*
*La Dra. Marta R. Zabaleta pertenece al Comité Editorial de la Publicación periódica que se publica en Londres: Exiled Ink. Profesora Honoraria de la Facultad de Letras y Educación de la Universidad de Midieses, Londres, Inglaterra. Creó y coordina la red internacional de ‘Mujeres y Palabras en el Mundo’, además de haber creado y dirigido y asistir por casi una década al Grupo de Trabajo ‘Mujeres, Hombres y Géneros’ del Consejo Europeo de investigaciones sociales sobre América Latina y El Caribe. Ha sido nominada repetidamente desde 1992, entre las mujeres más influyentes del mundo, en sucesivos libros biográficos ‘Wons Who’s’, de Europa y EEUU, adonde también ha sido presentada como Writer of the year (Routledge, 2008.2009, 2010).
Es economista, y poeta, feminista y socialista. Madre de Yanina Andrea (chilena creciendo en el exilio) y del escocés Tomás Alejo Hinrichsen Zabaleta, co- fundó en Concepción, Chile, 1972, el grupo feminista Frente de Mujeres Revolucionarias.
Los cuentos…
Marimachas…
Un ángel muy particular (año 2000, viviendo en Puerto Montt, $hile)
La Traición (año 1990, llegando a $antiago, $hile, desde Moscú)
Militantes
Río Furioso (año 2000, septiembre, $antiago, $hile)
Ley de fuga (año 2007, septiembre, $antiago, $hile)
Golpes (año 2009, septiembre, La Paz, Bolivia)
Medida de Seguridad (año 1995, trabajando en la Puntada con Hilo, $hile)
El Cuento de la Tía (año 1995, separándome en $antiago, $hile)
El combatiente (1991, septiembre, $antiago, $hile)
Maracas
Carnet de Identidad (año 2000, activismo en VIH-SIDA, Talcahuano, $hile)
Negociación (año 2002, trabajando en el Municipio El Bosque, $antiago, $hile)
Provocación (año 1995, trabajando en la Puntada con Hilo, $antiago, $hile)
La maldita silla de playa (año 2010, trabajando en Primera Acogida, $antiago)
La madre bailarina (año 2010, trabajando en Primera Acogida, $antiago, $hile)
Amor de chiquero (año 2000, Puerto Montt, $hile, elaborando Moscú)
La Bienquerida (año 2000, Puerto Montt, $hile, elaborando Moscú)
Muchacha viene a casarse (año 2000, $antiago, $hile, elaborando Moscú)
Horizonte de esperanzas (año 1990, cesante en $antiago, $hile)
Lo hecho, hecho está (año 2006, trabajo en el Municipio El Bosque, $antiago, $hile)
Malditas…
El mierda (año 1992, trabajando en La Nación, $antiago, $hile)
La experta en Género (año 2002, trabajando en el Municipio de El Bosque, $hile)
Un clavo saca otro (año 2006, en amores de Internet, $antiago, $hile)
Adoptada (año 2007, trabajo en Casa de Primera Acogida, $antiago, $hile)
La loca (año 2002, trabajo en la Casa de Primera Acogida, $antiago, $hile)
La Otra (año 2001, Puerto Montt, $hile)
He vuelto a hacerlo (año 1992, en el Taller literario de Pía Barros, $hile)
Por Victoria Aldunate Morales