Relato de Vanesa Jalil con ilustraciones Julio Ibarra.
Te avisamos desde el principio que, para leer esta historia, necesitás una sola cosa: música. Así que preguntale a tu mamá, a los tíos, al abuelo. Discos, casetes, compactos, Youtube, MP3, lo que sea; pero para conocer la historia de Luis Alberto Spinetta tenés que tener a mano sus canciones. ¿Por qué? Porque lo que te vamos a contar es un pedacito de vida de uno de los más grandes artistas argentinos de la historia, así nomás…
Era músico, sí, pero también poeta. Creativo, sensible, humilde, Spinetta es capaz de transmitirte cualquier emoción a través de su música, y lo puede hacer mezclando ritmos, sin preocuparse por saber dónde empieza el rock, dónde termina el folklore y cuándo todo se inunda con los colores de un tango. Como solista o en alguna de las bandas que integró (Almendra, Pescado Rabioso, Invisible), el Flaco fue un pionero. ¿Qué quiere decir eso? Que cuando los jóvenes de nuestro país cantaban rock en inglés, él se preocupó por escribir canciones en nuestro idioma, y no cualquier canción. El Flaco interpretaba poesía cantada. Por eso tenemos ganas de contarte (¿o de cantarte?) esta historia: para que cuando termines de leer, vayas corriendo a escuchar sus canciones. Fijate, porque están por todos lados. Y si no nos creés, preguntale a tu maestra, al chofer del micro de la escuela, al verdulero del barrio. Seguro que conocen “Muchacha, ojos de papel” o que pueden silbar la melodía de “Seguir viviendo sin tu amor”…
Esta es la historia de un pibe de barrio, flaquito e inquieto, que un día se cruzó con la música y se puso a volar con las alas de una melodía… Ahí está el Flaco en el aire, montado en una nube, listo para cantarnos una hermosa canción.