Mucho hay de oralidad en estos cuentos: el discurso narrativo y los giros del lenguaje se organizan exactamente como sucedería si cualquiera de estos personajes se levantara de la página impresa, decidido a contar a viva voz su propia historia. Son las voces, entonces, de desplazados por la historia o la sociedad, de marginados por la vida y sus tragedias – públicas o privadas. las voces, y no los personajes, los protagonistas de muchos de estos relatos. Otras veces el protagonismo se le cede a la atmósfera que se respira en algunos espacios: lugares que han comenzado a latir a la sombra de los sucesos pasados y de las muchas historias de sus habitantes. Algunos personajes saltan sin pudor de un relato a otros y ayudan subrepticiamente a tejer, así, una unidad bien lograda, temática y estilísticamente hablando.
Los últimos días de John McCormick
Sin existencias