“La invención es la madre del arte”, escribía William Carlos Williams en 1954. Y añadía: “Debemos inventar nuevas formas que suplanten a las que están gastadas”. Poco antes, en 1948, en una carta dirigida a Jean Starr Untermeyer, Williams subrayaba la obligación que tenían los poetas como ella de “inventar una nueva prosodia basada en el mundo actual y válida para nosotros”. Ésa era, según él, “la invención necesaria”, algo que en aquellos días entrañaba el imperioso deber, por parte de los poetas que vivían y escribían en Estados Unidos, de adueñarse de su propia lengua, que para Williams hacía mucho que ya no era el inglés, sino lo que él llamaba, con provocadora insistencia, el “idioma estadounidense”: “un idioma nuevo e inesperado” cuyo desarrollo iba a depender “de quienes, como Whitman, han apostado por sus congéneres y por el orgullo de una raza emergente, la suya propia”.
Reuniendo ensayos, charlas, poemas y cartas escritos en el transcurso de medio siglo, este volumen, apasionadamente armado y presentado por Juan Antonio Montiel, propone un acercamiento múltiple y cabal a la obra decisiva de William Carlos Williams, muy insuficientemente divulgada en lengua castellana, a pesar de los paralelismos que cabe establecer entre algunas de sus direcciones y las que determinaron el surgimiento en Latinoamérica de la antipoesía (conviene recordar que Williams tradujo algunos poemas de Nicanor Parra).
Profeta en su propia tierra, Williams no cesa aquí de proclamar el advenimiento de una nueva poesía adaptada a la medida, al ritmo, a la fluidez del habla común, liberada de las cargas de una tradición en la que ya no le cabe reconocerse. Lo hace con talante fundacional y abiertamente polémico, señalando estentóreamente enemigos y aliados de su causa, configurando el mapa de un nuevo continente poético al que apunta esa “otra” vanguardia en la que él mismo milita con riesgo y con ardor, y en la que cobran un destacado relieve la figura precursora de Poe y la nueva lengua ensayada por autores como Ezra Pound, Marianne Moore o E. E. Cummings.