HORAS DE ROCK (2017)
Reúne una selección de notas de la periodista y escritora Andrea Álvarez Mujica, publicadas en la revista Mavirock, entre los años 2010 y 2016. Más la crónica inédita Historias de shows. Comentarios en torno a las canciones, chispazos de bares emblemáticos y acontecimientos personales entramados con eventos de rock multitudinarios. Un recorrido construido a través de recuerdos propios, libros de otros autores y anécdotas de los entrevistados.
De forma breve o extensa, HORAS DE ROCK ofrece opiniones y relatos vinculados con la música de Television, Sumo, Pulp, Lou Reed, David Bowie, Iggy Pop, Ramones, Virus, Morrissey, Nele Karajilic, Manuel Moretti, Tom Tom Club, El Vértice, Los Pillos, Todos Tus Muertos y Palo Pandolfo, entre otros.
Sobre la motivación que la llevó a realizar esta compilación, la autora dice: “En las revistas, el periodismo se caracteriza por la suma de fragmentos, los formatos son opciones para hacer entrar una parte de algo, nunca un todo. La vigencia de los artículos suele ser temporal. La idea fue hacer una lista de notas con cierta perdurabilidad y darle al lector un rato de placer, tal como sucede cuando ponemos la música que nos gusta”.
ANDREA ÁLVAREZ MUJICA es periodista y escritora. Autora de la novela Los novios muertos (Hormigas Negras, 2016) y del libro de crónicas y entrevistas Horas de rock (Hormigas Negras, 2017). “El periodismo de rock —dice— es un subgénero en etapa de invención y eso resulta estimulante ya que es posible que existan bifurcaciones inexploradas. En cuanto a las novelas, pensar sus estructuras es puro placer. Leer novelas literarias ha sido mi actividad intelectual más constante desde los catorce años; escribir y leer novelas: la danza inmóvil de las hormigas negras”.
Acotaciones
Por Andrea Álvarez Mujica
Escribí El Atajo en el año 2010, en una tarde de inspiración y placer en la que todos los párrafos fluyeron como si me los estuvieran dictando. Los cambios que le hice, posteriormente, fueron mínimos. No tengo muchas tardes como esa, la mayoría de las veces escribo por adicción, disciplina o necesidad.
Fervor por Television es una típica crónica de show, con la lista de temas, los comentarios sobre el sonido y la actitud del público. La crónica de show es un subgénero más difícil de lo que parece, los shows son para vivirlos, bailar y tomar cerveza, contar la experiencia puede resultar insulso y hacer una crítica objetiva puede ser inapropiado. Esa primera presentación de Television en Buenos Aires fue un acontecimiento estimulante y espero haber logrado trasmitirlo.
Luca en la Trinchera es un texto espontáneo, sin filtros, lo escribí de un tirón y sin puntuación. Después agregué las comas y puntos, pero algo de ese ritmo entero con el que surgió, creo que perdura.
Escribí Defectos irresistibles en base al libro Madre, hermano, amante, de Jarvis Cocker. Disfruté de hacerlo; volver a leer el libro, escuchar las canciones y ver fragmentos de shows y documentales. Trabajar en base a un libro requiere de cierto esfuerzo intelectual, hay que reinterpretarlo, pero mantenerse relativamente dentro de lo que el libro dice, no volarse del todo.
El Fuego de Lou Reed es otro de mis textos que surgió entero y su primera versión es casi igual a la última, con mínimas modificaciones. Cuando me enteré de la muerte de Lou Reed le escribí a mi editor para proponerle la nota. Necesitaba hacer un rito de despedida, decir algo como deudo, como parte de los tocados por la pérdida. Trabajé hasta tarde y logré entregar el material esa misma noche.
Cuando empecé a escribir Historias de shows me sentí tan cómoda y feliz que pensé que podía quedarme seis meses trabajando en ese material, ampliarlo, llevarlo a ciento veinte páginas, desprenderlo de Horas de Rock y convertirlo en un material autónomo. Decidí no hacerlo, no explotarlo al máximo. La idea del texto surgió en una caminata hacia Tecnópolis con una chica y un chico que acababa de conocer. Un rato antes me había bajado en una intersección desolada y un florista me había indicado hacia dónde quedaba el predio. Luego aparecieron el chico y la chica, apurados, flacos, con sus remeras y jeans oscuros y las zapatillas sucias. Se acercaron a preguntarme el camino y juntos nos metimos en esa boca de lobo que supuestamente nos conducía hacia el escenario en el que iban a tocar primero The Libertines y luego Iggy Pop. Mientras avanzábamos en la total oscuridad, para entretenerlos, empecé a contarles historias de shows.
Pablo Martín, guitarrista de Tom Tom Club: Canciones que desafían la lógica. Cuando mi editor me propuso la nota me entusiasmé de inmediato. Aunque no conocía a Pablo, me alcanzaba con saber que era el guitarrista de TTC. El álbum DOWNTOWN ROCKERS había salido hacía poco y antes de ir a la entrevista lo estuve escuchando. Nos encontramos en El Federal y la pasamos bien. Pablo es franco y chispeante. Después descubrí todo su talento y la efervescencia creativa que le permite estar en proyectos tan distintos como los Du-Rites y Lulu Lewis.
Disfruto mucho de hacer entrevistas. En especial del trabajo de edición. Elegir una frase del entrevistado para completar el título es uno de mis momentos favoritos. Para La Vuelta de El Vértice, opté por la oración de Gigio —“Me gusta hacer de lo cotidiano algo eterno” —; porque sintetiza el poder de su poética. Gigio es un letrista excepcional. Parece tener una fuente inagotable de la cual saca melodías y versos, sin dificultad.
Los Pillos, el sonido de una época. Hice la entrevista con Yansón y Aloé un mediodía del año 14, en el primer piso del bar Biblos. Aunque no nos conocíamos fue como un encuentro de amigos, una charla sincera y reveladora. Me impactó gratamente la valorización que tienen por la amistad, el cuidado con el que abordaron el pasado y la lealtad a los ideales juveniles.
Inicié la nota Horacio Gamexane Villafañe, un guitarrista endemoniado después de ver fragmentos de un documental en el que Gamex desarrollaba ideas polémicas. Verlo en el documental me motivó. Recordé los encuentros en el jardín de Ave Porco a finales de los 90. Las conversaciones inconclusas que teníamos en ese patio entre edificios, donde nos veíamos por azar, los jueves de madrugada. Supe desde el principio que podía hacer una nota divertida, pero tomé otro camino, decidí mostrar su inquietud y su inconformismo.
Palo Pandolfo: “El arte es una batalla contra el miedo”. Hacía años que no veía a Palo. ¿Desde las presentaciones de Los Locales en La Luna, allá por los 90? ¿O la última vez había sido en este siglo, en el vestíbulo de un teatro donde hablamos sobre los hijos? Como fuera, lo encontré muy lúcido y libre y en ese rato, en el que tomamos te de rosas o de frutos rojos, se creó un clima íntimo, aunque estaba el grabador sobre la mesa y el fotógrafo de la revista esperaba en un sillón a unos metros, Palo habló como si se tratara de una conversación privada. Titulé la nota con una frase de él que dice: “Soy como un dragón que se acuesta sobre sus tesoros y los aplasta con la panza”. Envié la entrevista y en seguida mi editor me contestó pidiéndome que cambiara el título. Así es que busqué en el texto y encontré otra frase de Palo tan buena como la anterior, o más.