Vamos a contarte la historia de un artista que vivió de todo. Alguien que nació en los campos de la provincia de Buenos Aires y que recorrió el mundo con una guitarra al hombro, con todos los ritmos folclóricos y las voces profundas de la tierra adentro de su corazón.
Estas no son las vivencias de un hombre triste o aburrido: son las vidas que caminó y luego transformó en poemas, canciones y libros un tal Héctor Roberto Chavero. ¿Quién? De entrada, quizás el nombre no te suene mucho, pero si decimos su otro nombre, el artístico, a casi todo el mundo se le dibuja en la memoria una melodía, una guitarra y un rostro curtido y pensativo: el de don Atahualpa Yupanqui. El hombre que cantó a las maravillas de nuestra tierra y a la belleza de los paisajes argentinos con su guitarra criolla, pero que también fue más allá: fue quien les dio voz a los trabajadores y a los peones de esos territorios que, casi nunca eran tenidos en cuenta. Y así, cantándole a la tierra, a las alegrías y las tristezas de la gente cotidiana en los lugares más lejanos y olvidados del país, se transformó en el mayor autor de canciones de nuestra música popular.
Esta es la historia de un artista que simbolizó en su nombre una idea que tomó de culturas muy antiguas, de América Latina, y tal vez de todo el mundo, y la hizo propia: porque “Atahualpa Yupanqui” significa, en el idioma de los incas: “El que viene de tierras lejanas a contar algo”.
De muy lejos se escucha su voz. La voz de un abuelo que nos cuenta una vieja historia. Ese es nuestro aventurero, Atahualpa Yupanqui, un poeta de guitarra y de muchas ideas interesantes acerca del hombre y su buena relación con la naturaleza. Te invitamos a conocerlo…