Publicados en la prensa a lo largo de quince años, los textos que componen este volumen tuvieron en su origen una premisa forzada: hablar de libros, de escritores, de experiencias de lectura. Ese carácter aparentemente específico, para un autor como Roberto Merino, no podía sino dispararse en variadas e inesperadas direcciones, porque en algún punto la literatura se derrama sobre la vida privada, las costumbres, la memoria personal y colectiva, el pensamiento crítico. Estas páginas despliegan así el abigarrado universo de un singular lector cuya existencia ha estado signada por el impulso de interpretar el mundo en claves literarias, lo que al mismo tiempo lo lleva a desconfiar de los dogmas que de cuando en cuando la propia literatura pone en circulación. De ese modo, el juicio literario, lejos de la pontificación, se sitúa en un plano vital, a la vez doméstico y comunitario, para hacer rendir la lectura en conversaciones potencialmente fructíferas. En sus textos –breves ensayos, cápsulas de memoria–, Merino recorre su biblioteca mental con obsesiva pasión y precavida distancia, advirtiendo que no está hablando sólo de lecturas, sino también de barrios y amigos, de amores y rencores, símbolos comunes en que los libros son siempre un ingrediente crucial que transforma o sostiene una manera plausible de comprender el pasado, el presente y, en una de ésas, el futuro.
Combustión espontánea
$20.000
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