Esta única edición –es la número 10 del primer volumen de los Préludes (HN 383) de 1910– muestra el alcance de la imaginación de Debussy al evocar la antigua ciudad de Ys que se ha hundido en el mar. Debussy disfrutó tocando esta pieza y también dejó una grabación en rollo de piano. Esto proporciona información importante sobre sus tiempos. El término preludio, que recuerda a Chopin, deja claro el regreso a las formas tradicionales, que el ahora consagrado compositor estaba abrazando lentamente una vez más. El título programático, como ocurre con todos los Preludios, sólo aparece al final de la pieza, subrayando así su significado pasajero.