El extenso período durante el cual Jenaro Prieto publicó sus crónicas en El Diario Ilustrado, entre 1913 y 1946, da cuenta de los inicios de una nueva urbanidad. Las oficinas y la rutina, la política y el servicio público, permearon su mirada y, con una escritura ácida y mordaz, construyó un imaginario de la ciudad y los ciudadanos no sólo como documento histórico, sino que lleno de la expresión viva de la época: el horror ante los cambios vertiginosos de inicios del siglo XX y la caricatura de la oposición.
La melancolía de los contribuyentes no sólo recoge algunas de las crónicas ya antologadas en los libros Pluma en ristre (1925), Con sordina (1930), Humo de pipa (1955) y Antología humorística (1973); sino que incluye textos previos, publicados desde 1916, que muestran a un cronista temprano, además de otras columnas que no fueron incluidas en ninguna recopilación.