Audios
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Amul püllü-que se vaya el espíritu-
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Tres pastorales
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Concierto para violín y orquesta -reducción –
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Trozo para violín y piano
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Scherzo- para dos violines y piano-
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Lento
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Sonata para violín y piano -a Beatriz Danitz-
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Trozos líricos para violín y piano -a Beatriz Danitz-
Rodrigo Pozo, violín
Luis Velasco, piano
Ficha técnica CD
Este CD fue grabados en los estudios Madreselva –Ñuñoa- entre los meses de julio y Septiembre del año 2017.
Mezclado por Freddy Chávez y Alfonso Pérez.
Masterizado por Alfonso Pérez.
Portada: Retrato a Carlos Isamitt -Beatriz Danitz-
Librillo: Retrato a Beatriz Danitz -Carlos Isamitt-
Diseño de carátula: Eduardo Lagrèze
Santiago, primavera de 2017
Dúos para violín y piano
Lanzamiento de disco y libro junio 2019
Para Carlos Isamitt, el violín fue un fiel y útil compañero de vida; fue lo primero que comenzó a estudiar siendo aún un niño y que siguió perfeccionando después junto con el resto de su formación musical. Este instrumento lo acompaño en la mayoría de sus viajes de investigación a través del país, para su solaz personal pero también utili- zándolo como herramienta de acercamiento a los distintos grupos humanos con los que convivió, logrando el acceso a la intimidad espiritual de ellos a través de la música.
En su archivo de anotaciones, numerosas anécdotas evidencian este fenómeno: en una pequeña caleta de pescadores, en el centro del país permaneció en el único hospedaje posible, el altillo de una cantina del lugar. Agobiado por el estruendo de los comensales que le impedían dormir, se desahogó tocando a Bach en el violín. Se produjo un silencio solemne y al finalizar, subió un pescador por la escalera con tres pesos en su sombrero, de una colecta, diciéndole que todos habían llorado porque nunca habían escuchado tan linda “La entrada a Lima”. En Carrizal de Putú durante sus estudios folclóricos, logró las confianzas ofreciéndole al cura del lugar tocar el violín durante la misa del domingo. Nunca se había llenado de tal manera la iglesia y nunca había sido tan larga la misa, porque hasta el cura olvido su ministerio por largo rato escuchando el violín.
En Punta Arenas en busca de las manifestaciones culturales de los fueguinos, el año 1918 alojó en la casa de Gabriel Mistral (Profesora de la Escuela de Niñas de Punta Arenas) y en las tertulias del atardecer, él le tocaba
en su violín las melodías de la música indígena y Gabriela le leía los “Poemas de la Madre” que estaba creando.
En sus rebuscas en los reductos mapuches y ante la reticencia inicial de mostrar su música al “Winka” logró vencer la negativa de una machi y del resto, tocándoles en el violín melodías de canciones escuchadas desde lejos a ellos mismos o a otros indígenas y toques de instrumentos como la trutruka. Frente a este estimulo apareció el entusiasmo pidiéndole que tocara más y luego espontáneamente cantaban hombres, mujeres y niños, los cantos tradicionales o improvisados.
No es de extrañar entonces, que entre las obras musi- cales más antiguas rescatadas de su catálogo sean para violín y piano, así como las variadas obras compuestas a lo largo de su vida, en que el violín es un instrumento destacado. Tampoco su participación en el primer cuar- teto de cuerdas chileno estable (Cuarteto Chuchunco) que mantuvo actividad desde 1913 hasta 1927 dando a conocer numerosas obras musicales.
Las obras musicales incorporadas a esta colección, al igual que gran parte de su obra, ha permanecido por muchos años en silencio y algunas esperaban su estreno. El conjunto permite apreciar la evolución de su lenguaje musical y la diversidad de estímulos que llevaron a su creación artística; por todo esto y por el valor musical de las obras, es significativo el esfuerzo de poner al alcance de todos, este patrimonio cultural.
Dionis Isamitt Danitz.
Hacia una visión completa de Isamitt
En tiempos que la musicología se ha diversificado enormemente, es saludable recordar sus propósitos originales, y mejor aún celebrar cuando se enfoca en aquello para lo que esta disciplina surgió, vale decir, el estudio y preservación de la música de tradición escrita. Y es que gracias al dilatado trabajo del musicólogo Freddy Chávez, recién ahora empezamos a tener una visión completa y objetiva del compositor Carlos Isamitt Alarcón, sacudida ya de prejuicios extendidos por un largo tiempo.
Integrante de la primera generación profesional de compositores chilenos, la de Allende, Leng, Soro, Bisquertt y Cotapos, el legado creativo de Isamitt es tan vasto, que faltará un tiempo aun para aprehenderlo de manera cabal. Como en buena parte del patrimonio de nuestros creadores, los mencionados y muchos más, faltaba catalogar y restaurar las partituras de quien obtuviera el Premio Nacional de Artes en 1965.
La tarea realizada por el profesor Chávez nos ha puesto en contexto al hombre y al músico. Antes etiquetado como un mero “indigenista”, ahora sabemos que menos de un tercio de las obras de Isamitt reflejan su investigación de la música de pueblos originarios, y que su lenguaje se nutrió de numerosas fuentes, plasmadas en un catálogo rico en variedad estilística. Una total revelación en ese sentido fue el primer volumen de registros fonográficos producido por Chávez (SVR-FCC- 3006-27) que incluyó piezas para cuarteto y quinteto de cuerdas.
Ahora, este nuevo álbum, enfocado en composiciones para violín y piano, nos aporta una otra porción del puzzle, reflejando el peso de la escritura de quien debiera ser considerado un auténtico clásico chileno, a la par de sus colegas de generación, los que paulatinamente también han sido revalorizados, no solo por estudiosos sino por los propios amantes de la música interesados en nuestra historia artística.
Álvaro Gallegos M.